Por Andrés Jiménez Suarez
¿A quién se dirige quien escribe un diario íntimo? La respuesta podría parecer más que obvia, pues, aquellas palabras parecen no poder tener otro destino que volver a quien las ha escrito, como en un efecto de búmeran. Sin embargo, este mecanismo de expresión íntima puede provocar en su autor un desdoblamiento y aquél que ha hablado, ése que ha tomado la palabra, visto después de un breve o prolongado lapso de tiempo, se nos aparece como alguien desconocido. Aquél que escribe en el diario se impone sobre el otro que regularmente somos y ese ser extraño nos deja ver a través de aquellos gestos, que a veces parecen irreconocibles, el verdadero yo.