Por Camilo Villamizar Plazas
Lo más apropiado que se me ocurre
para describir la película Los hongos
del caleño Oscar Ruiz Navia, es que es un collage. Y lo es en la medida en que
toma elementos de muy diversa índole (ejemplo de ello son las capturas de Skype,
YouTube, Facebook, Telepacífico, las grabaciones caseras y los inacabables
discursos presidenciales de Álvaro Uribe) y los unifica para crear una pieza
que, si bien no carece de grietas, tiene unidad y crea una panorámica acerca de
una ciudad y sus dinámicas sociales.
Se trata de una película que se
dedica a observar, no solo en la medida en que la cámara siempre está ahí,
retratando silenciosamente a los personajes, acompañándolos, si no en que a
través de ellos se dedica a construir un retrato de las dinámicas familiares,
sociales, políticas, religiosas e históricas de Cali. Es posible que el retrato
no esté acabado, pero sin duda es refrescante en la medida que no cae en los
lugares comunes que vienen de la mano de tratar de retratar esta ciudad en
específico.
Ejemplo de esto es el uso de la
música, que no rehúye la cita obligada con la salsa, pero que la usa
imponiéndole ciertas condiciones al espectador. La salsa no está en esta
película para el placer del espectador, no está para ser un gesto de
complicidad, dar una palmada en la espalda y llenar discotecas al final de la
proyección. La salsa está para representar estados de euforia de los
personajes, los cuales son como una pompa de jabón: efímeros, y así también la
salsa, que aparece y se va, cortada en seco, antes de que pueda convertirse en
objeto de deguste estético.
Las grietas que mencioné en la
película son discontinuidades que pueden llegar a extrañar al espectador pero
que no necesariamente son indeseadas, pues hacen parte del ensamblaje general
del collage. Esto ocurre porque las piezas no están relacionadas por la
causalidad como en otras películas en que la lógica narrativa es que la acción
A tiene como consecuencia la acción B, formando una cadena de acontecimientos
que adquiere su sentido en la resolución del conflicto. En Los hongos las diversas partes parecen estar relacionadas por
contrapunto, repetición, comparación y atracción, de manera que la acción B no
tiene que ser consecuencia de la A, sino aportar y complejizar su sentido, de
forma que al final la película revela su contenido en el panorama completo y no
en la mera resolución.
La película deambula porque sus
personajes deambulan, son ellos los que determinan la estructura (a tal vez la
falta de estructura) de la misma. Al igual que los personajes de Calvin y Ras,
la película no tiene un fin hacia el cual discurrir en línea recta, carece de
una teleología. Por el contrario va rebotando de un lugar a otro, descubriendo
nuevos matices de la realidad.
Esa construcción dislocada de la
representación de la ciudad de Cali evita además el riesgo de caer en un
discurso unívoco acerca de una sociedad que se muestra inherentemente compleja,
pues el director no trata en esta película de reducir a Cali a un logline, como
recientemente lo intentó la película colombo-española Ciudad delirio. Tal vez es ahí donde radica que algunos la vean
como una película despolitizada o tibia, más aún cuando su carencia de
posiciones resalte frente a la simple pero contundente posición política de El vuelco del cangrejo, la película
anterior de este realizador.
Ahora, no creo que se trate de una
película apolítica, pues creo que en sus entrañas guarda un discurso acerca del
papel del arte en nuestra sociedad y la relación que con ésta sostiene. Oscar
Ruiz Navia ha mencionado en las múltiples conferencias que han compuesto la
gira promocional de la película que el titulo proviene de la idea de que sus
dos protagonistas son como dos hongos, seres que crecen y se levantan de la
basura, la podredumbre y sobre todo de la boñiga, para crear y reproducirse por
toda la ciudad.
Creo que esta imagen además de
ser atractiva es de vital importancia para leer la película a nivel político,
pues la boñiga de la cual estos dos muchachos se levantan no es ni el barrio
marginal de Cali, ni la familia divorciada, ni las relaciones amorosas
frustradas. El abono del cual surge la creatividad de estos muchachos es la
sociedad en general, es este país de mierda en el que todos los días aparecen
jóvenes que toman toda esa mierda y tratan de utilizarla para crear con ella,
para transformarla en algo bello y sentido, para criticar al mismísimo excremento
sin el cual no habrían podido florecer.
Lo que creo que una película como
Los hongos dice acerca del contexto
sociopolítico en que vivimos, aun si se trata de un simple comentario y no de
una posición, es que el hecho de hacer arte en Colombia es en la mayoría de los
casos un acto cargado de fatalidad, la cual inicia en el momento en el que el
artista mira alrededor y encuentra inspiración en medio
de este fértil mierdero.
Lo más apropiado que se me ocurre para describir la película Los hongos del caleño Oscar Ruiz Navia, es que es un collage. Y lo es en la medida en que toma elementos de muy diversa índole (ejemplo de ello son las capturas de Skype, YouTube, Facebook, Telepacífico, las grabaciones caseras y los inacabables discursos presidenciales de Álvaro Uribe) y los unifica para crear una pieza que, si bien no carece de grietas, tiene unidad y crea una panorámica acerca de una ciudad y sus dinámicas sociales.
Ejemplo de esto es el uso de la música, que no rehúye la cita obligada con la salsa, pero que la usa imponiéndole ciertas condiciones al espectador. La salsa no está en esta película para el placer del espectador, no está para ser un gesto de complicidad, dar una palmada en la espalda y llenar discotecas al final de la proyección. La salsa está para representar estados de euforia de los personajes, los cuales son como una pompa de jabón: efímeros, y así también la salsa, que aparece y se va, cortada en seco, antes de que pueda convertirse en objeto de deguste estético.
Las grietas que mencioné en la película son discontinuidades que pueden llegar a extrañar al espectador pero que no necesariamente son indeseadas, pues hacen parte del ensamblaje general del collage. Esto ocurre porque las piezas no están relacionadas por la causalidad como en otras películas en que la lógica narrativa es que la acción A tiene como consecuencia la acción B, formando una cadena de acontecimientos que adquiere su sentido en la resolución del conflicto. En Los hongos las diversas partes parecen estar relacionadas por contrapunto, repetición, comparación y atracción, de manera que la acción B no tiene que ser consecuencia de la A, sino aportar y complejizar su sentido, de forma que al final la película revela su contenido en el panorama completo y no en la mera resolución.
La película deambula porque sus personajes deambulan, son ellos los que determinan la estructura (a tal vez la falta de estructura) de la misma. Al igual que los personajes de Calvin y Ras, la película no tiene un fin hacia el cual discurrir en línea recta, carece de una teleología. Por el contrario va rebotando de un lugar a otro, descubriendo nuevos matices de la realidad.
Ahora, no creo que se trate de una película apolítica, pues creo que en sus entrañas guarda un discurso acerca del papel del arte en nuestra sociedad y la relación que con ésta sostiene. Oscar Ruiz Navia ha mencionado en las múltiples conferencias que han compuesto la gira promocional de la película que el titulo proviene de la idea de que sus dos protagonistas son como dos hongos, seres que crecen y se levantan de la basura, la podredumbre y sobre todo de la boñiga, para crear y reproducirse por toda la ciudad.
Lo que creo que una película como Los hongos dice acerca del contexto sociopolítico en que vivimos, aun si se trata de un simple comentario y no de una posición, es que el hecho de hacer arte en Colombia es en la mayoría de los casos un acto cargado de fatalidad, la cual inicia en el momento en el que el artista mira alrededor y encuentra inspiración en medio de este fértil mierdero.
Demasiado sentimentalismo en el final...
ResponderBorrarLos Hongos es como usted mismo lo dice un collage de muchas cosas que pareciese que al final no dijera nada, una de esas películas que se quedan en la tarea de representar un espacio o como las llamo yo, ''Una película postal'', similares a otras que se están haciendo aquí en Colombia solo que aquí intentan retratar una Cali que no se en que parte existe y no se si es una representación anacrónica por parte del director por que nada tiene que ver con ese otro espacio que no es el de la salsa. Diría yo que es un universo paralelo creado por el director que no representa nada en especifico.
La película deambula a mi parecer más por que no hay un tema definido ni una estructura. De ser como usted lo dice se notaría una construcción detrás de todo, pero jamás se nota, es una película que divaga en una Cali que muchos jóvenes desconocemos, con unos personajes algo farsicos y con unas actuaciones deprimentes...
Creo que podría discutir por horas sobre esta película, pero solo quiero decirle que creo que su columna esta sobre valorando mucho una película que dice mucho y a la vez no dice nada, que se unta de todo para terminar en ninguna parte...
Personalmente, y espero que quede claro en la reseña, creo que la película tiene algo que decir. No creo que sea postal, se dedica a interpelar y cuestionar muchas de las formas con las que desde el turismo se trata de representar a una ciudad como Cali. Sí es cierto que es muy tibia políticamente y que falla en lograr hilvanar un discurso político claro, pero no creo que esté vaciada de contenido.
BorrarCreo a su vez que toda puesta en escena cinematográfica es en si misma un universo paralelo creado por el director, una mirada, un punto de vista. En el documental también pasa eso, pero es una discusión más problemática que tal vez no cabe aquí. El punto es que se nota que la mirada que se hace de Cali en Los hongos es una mirada autoral, que posiblemente es anacrónica en la medida en que las ciudades se transforman durante el lapso de vida de un director, aún si es tan joven como Ruiz Navia. Si usted como caleño (asumo que lo es) la desconoce, imagínese yo como bogotano. Pero creo que ahí está lo interesante de esta película, ambos nos vemos ante el reto de entablar una relación con una ciudad que se nos presenta como desconocida y que nos presenta sus propios espacios y personajes; demandar que la película se congracie con cualquiera de nuestros imaginarios sobre Cali es una quimera.
Lo de las actuaciones es muy desafortunado en ciertos casos, aunque no parece que el naturalismo sea una preocupación del director en ese aspecto. Sin embargo es una acusación valida, como lo es la que hace Pedro Adrián Zuluaga en "La pajarera del medio" de que la película es un tanto misogina.
Gracias por comentar y entablar este debate que espero pueda continuar. Me disculpo por demorarme tanto en dar respuesta a su comentario.