lunes, 27 de noviembre de 2017

Un lugar en el mundo

Por Andrés Suárez

«Señor, yo sé que Tú estás aquí y Te estoy diciendo con mi corazón: 
Padre lindo, ya no quiero estar sola»


En una región con un fervor religioso en muchas ocasiones nocivo y una idiosincrasia machista aparentemente implacable como lo es Latinoamérica, es interesante señalar el crecimiento paulatino de un corpus de obras cinematográficas que han centrado su atención en personajes con identidades de género disidentes. Solo para evitar una confusión común: no me refiero con esto a las películas protagonizadas por hombres gais o mujeres lesbianas, pues hablo aquí de identidades de género y no de orientaciones sexuales.

jueves, 20 de abril de 2017

Editorial: En apoyo al cine argentino

Por Camilo Villamizar Plazas

Me permito utilizar el espacio de este blog, que pese a su intermitencia ha procurado concentrar sus esfuerzos críticos en leer y dialogar con el cine latinoamericano, para expresar una voz de apoyo al gremio audiovisual argentino en medio de su actual disputa, así como para instigar al sector cinematográfico colombiano a expresar, de forma vocal y tajante, su apoyo a las luchas que se están llevando a cabo actualmente en el país del cono sur.

Escribo esto, primeramente, con el propósito de poner a disposición de los lectores tres materiales que me parecen fundamentales para entender lo que está sucediendo en Argentina. El primero es un vídeo que explica cómo funciona el modelo de fomento cinematográfico de ese país:


El segundo es un texto de Diego Batlle en el cual se explican mejor las raíces e implicaciones políticas que de lo que sucede y, finalmente, un texto de Nicolás Prividera en el que se amplía el tema de las negativas repercusiones que todo esto ha tenido para la que quizás es la más inocente víctima de todo, la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (ENERC) .

lunes, 3 de abril de 2017

La noche trae una herida ¿quién la sanará?

Por Camilo Villamizar Plazas

Nicolás Rincón Guille concluye su trilogía del Campo hablado con la magistral Noche herida, el retrato de Blanca, una mujer caldense que llegó a Ciudad Bolívar en Bogotá desplazada por la violencia y que con sus gestos y sus palabras permite al espectador dar un vistazo a las verdaderas consecuencias humanas y morales que el conflicto armado ha tenido en el país. Blanca se convierte así en un personaje icónico dentro del cine nacional, una mujer única e irrepetible y al mismo tiempo capaz de cargar con la fuerza de un arquetipo. Es así como Noche herida se perfila como mucho más que una simple película sobre una mujer desplazada, pues al mismo tiempo tiene la capacidad de dar cuenta del fenómeno del desplazamiento en su totalidad sin ningún tipo de disonancia.


El espectador que entre a ver esta película se encontrara con una obra audiovisual de una intimidad sobrecogedora. No cabe duda de que el gran mérito de Rincón radica en la relación que entabla entre él (mediado por la cámara) y Blanca. No se trata, como uno podría sospechar superficialmente, de una cámara que se vuelve invisible (una mosca en la pared), sino de una cámara que se vuelve cómplice de su personaje. Cada escena constituida por planos que son a su vez viñetas está evidentemente construida con una precisión tradicionalmente asociada al cine de ficción. Cada detalle dentro del cuadro está ubicado de tal forma que surja un orden simbólico y que aquello que está en el fuera de campo, aquello que no vemos, siempre se pueda presentir acechando los márgenes de la pantalla. La pólvora decembrina, los nietos que no vuelven a la hora señalada, las peleas domésticas de los vecinos, todas ellas insinuadas por fuera de la imagen gracias al preciso sonido de la película nos permiten entender que el pasado de violencia permanece aún presente en la vida de los personajes.

viernes, 9 de diciembre de 2016

El Edén: Dos jóvenes errantes

Por Andrés Jiménez Suárez

Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.

ROMANOS, 5:12



A lo largo de los últimos años en Colombia, un amplio número de trabajos de ficción de corta y larga duración han cultivado y nutrido el género cinematográfico del coming of age—una categoría de historias que toman como protagonistas a jóvenes personajes que experimentan intensos o sutiles procesos de maduración y de paso a la adultez—, películas producidas por una significativa parte de la generación más reciente de realizadores de nuestro país. Bastará con mencionar cortometrajes que han circulado en mayor o menor medida como Sara (Ingrid Pérez, 2015), Los niños y las niñas (Sara Fernández & Juan Carlos Sánchez, 2014), Alén (Natalia Imery, 2014), Flores (Marcela Gómez Montoya, 2012) y Como todo el mundo (Franco Lolli, 2007), o largometrajes como Los nadie (Juan Sebastián Mesa, 2016), Carta a los marcianos (Agustín Godoy, 2015) y Los hongos (Óscar Ruiz Navia, 2014).

domingo, 28 de agosto de 2016

De lo que está hecho el dolor: Tempestad de Tatiana Huezo

Por Camilo Villamizar Plazas

El gesto estético fundamental en la obra de la salvadoreña Tatiana Huezo es la disyunción. Imagen y sonido, testimonio y acción, pasado y presente, memoria y materia. Sus dos excepcionales largometrajes documentales titulados El lugar más pequeño (2011) y Tempestad (2016) están llenos de estos contrapuntos y sustentan en ellos dos complejas construcciones cinematográficas que han sabido respectivamente dar cuenta con profunda sensibilidad del fin de la guerra civil en El Salvador y de la violencia del México contemporáneo. Se trata de un díptico sobre como los seres humanos experimentan tiempos de singular violencia y de cómo los sobreviven. 


Hay en el cine de Huezo una patente consciencia de la plasticidad del dispositivo audiovisual, de su maleabilidad. En ambas películas la directora parte de ésta para embarcarse en la deconstrucción de una realidad social y humana que primero reduce a sus partes esenciales: la materialidad física y sonora de sus personajes y la topografía que los rodea. Es por eso que en sus dos películas cada plano parece ser una unidad compacta, completa y llena de un sentido que se revela como inmanente a cada imagen. Huezo pareciera creer que la única representación a la que puede acceder el cine es aquella que se expresa a través de la materialidad del mundo. Allí radica su atención al detalle, al rostro, a las texturas y al espacio: todas ellas evidencias materiales de la experiencia de sus personajes, de su dolor.

domingo, 20 de marzo de 2016

El cuerpo bajo sospecha: miradas humanas a la enfermedad

Por Camilo Villamizar Plazas

El 9 de septiembre de 2015 se estrenó en la Fundación Gilberto Alzate Avendaño (FUGA), en Bogotá, la instalación El cuerpo bajo sospecha, que hace parte del proyecto de documental transmediático titulado Paciente, dirigido por Jorge Caballero -Bagatela (2008), Nacer (2013)-. La instalación, que se expuso en la FUGA durante todo septiembre, consiste en 9 cortometrajes dirigidos por 10 documentalistas colombianos acerca de 9 pacientes y sus experiencias con el sistema de salud colombiano. Los directores participantes fueron: Andrea Said, Luis Ospina, Ana María Salas, Manuel Ruiz Montealegre, Héctor Ulloque, Patricia Ayala, Oscar Campo, Luisa Sossa, Juan Pablo Ríos y Simón Hernández.


Al ver proyecto es evidente que Caballero, coordinador de la instalación, puso a disposición de los documentalistas una serie de entrevistas y materiales capturados por él. En los nueve cortometrajes este material es utilizado con distinta frecuencia, prefiriendo algunos recurrir a materiales de archivo personales o a registros documentales enteramente nuevos. Este dato es sin embargo relevante, pues revela dos rasgos estéticos importantes de esta instalación. Por un lado, las imágenes que son comunes a la mayoría de los documentales están marcadas por la mirada que, desde Bagatela, Jorge Caballero ha ido desarrollando en torno a las instituciones. Dicha mirada es ineludible cada vez que aparece. Y sin embargo, por la otra parte, esa repetición de imágenes hace aún más evidente el uso que desde el montaje le da cada director al material y revela sus posiciones estéticas y éticas frente a los pacientes sobre los cuales desarrollaron su trabajo.

viernes, 18 de marzo de 2016

La academia de las musas (o de cómo yo es otro) (FICCI 56)

(Reseña realizada en el marco del X Taller de Crítica y Periodismo Cinematográfico - FICCI 2016)

Por Johny Andrés Martínez Cano

Este texto fue gestado y escrito, en parte, en el Taller de crítica y periodismo cinematográfico ofrecido en el marco de la versión 
56 del Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias. Además, se alimentó de los diálogos y discusiones sostenidos con varias personas durante los días que duró el Festival.
cínico, ca. 1. adj. Dicho de una persona: que actúa con falsedad o desvergüenza descaradas.
He escuchado de varias personas que han visto la película estos comentarios que reelaboro, reorganizo e incluso, quizás, reinvento: “parece un documental, pero es una ficción”; “es una película basada en hechos reales, pero no lo son”; “el filólogo se ve como un buen profesor, pero es un manipulador”. La ambigüedad, o la duplicidad, de absolutamente todo —del formato de la película, de su veracidad, de sus personajes y sus discursos, del mundo, en el fondo— parece el principio rector de La academia de las musas, de José Luis Guerín, director con una amplia trayectoria: En construcción (2001), En la ciudad de Sylvia (2007), Correspondencias (2011), por nombrar solo algunos títulos.


Entramos a este juego doble en el momento en el que inicia la proyección, pues resulta extraño que un largometraje que se cataloga como ficción en la competencia oficial del Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias se presente como el registro audiovisual del experimento del profesor Raffaele Pinto en el Departamento de Filología de la Universidad de Barcelona. El uso de la cámara, sus encuadres y la actitud espontánea de aquellos que parecen ser grabados naturalmente nos hace sospechar: ¿estamos frente a un documental? Claro, el recurso de la ambigüedad no es nuevo, pero parece hacer que establezcamos un pacto con la película: todo lo que aquí se diga puede parecer una cosa, pero puede ser otra, al mismo tiempo. 

domingo, 6 de marzo de 2016

Aislamiento, deterioro y desapego: Sobre Paralela de Heider Vargas

Por Camilo Villamizar Plazas 

Esta es una reseña de Paralela, cortometraje documental realizado por Heider Vargas, estudiante de Comunicación Audiovisual y Multimedial de la Universidad de Antioquia (programa de pregrado del que han surgido otros importantes cortometrajes documentales como Mu Drua y El canto de la sibila), y que ha sido seleccionado en varios festivales de la talla de DocBarcelona+Medellín, la MIDBO, el Festival Equinoxio y que participa actualmente en la categoría de nuevos creadores del FICCI 56. 


“Los lugares donde transcurrió nuestra infancia se fueron desgastando, así como sucedió con nosotros”. Estas palabras hacen parte de Paralela, un documental que narra al mismo tiempo una historia del barrio “La paralela” de Medellín y las historias paralelas de dos hermanos, su relación y la infranqueable separación que se posa entre ellos. En él, Heider Vargas, director del documental, asume la primera persona como lugar de enunciación para mostrar, en tres actos o segmentos bien definidos temática y estéticamente, a su hermano, a su barrio y a sí mismo.