Aquí presentamos una entrevista realizada por el colectivo audiovisual El perro que ladra al director colombiano Franco Lolli con motivo del estreno de su primer largometraje titulado Gente de bien en Francia. La entrevista fue transcrita y traducida por Andrés Jiménez Suarez. Encuentre al final el vídeo de la entrevista original en francés.
Es difícil definirme como
cineasta porque eso engloba muchas otras cosas. Pero yo diría que, la primera
cosa que se me viene a la cabeza, es que soy un cineasta de la intuición y del
amor, si se puede decir. En cualquier caso, sé que filmo cosas que me interesan
profundamente, con las cuales tengo una relación muy personal y que me
conmueven de manera íntima. Así que podría ser, sobre todo, un cineasta de la
autobiografía; más de los que cuentan la vida que conocen, que han visto, que
uno interesado en la estética o en la narración.
Sobre sus referentes y Gente de bien
Me inspiro más en la vida que en
el cine. Soy cinéfilo y tengo referentes como todo el mundo, pero me inspiro
realmente en lo que me pasa, lo que veo en la calle. Todas mis películas giran
en torno al tema de la familia y pienso que mi familia es lo que más me
interesa. Y Gente de bien es también una
película que trata este tema, pero también habla de la paternidad y de la
relación padre-hijo. Narra el encuentro entre un padre y su hijo que no se han
visto después de un largo tiempo; un niño de diez años y su padre que tienen
problemas económicos y que de la noche a la mañana deben vivir juntos
nuevamente. Como no se conocen bien y no saben cómo hacerlo, la mujer para la
que trabaja el padre, interpretada por Alejandra Borrero, toma al niño bajo su
cuidado, intenta ayudarlo hasta al punto de querer adoptarlo, pero esto trae
consecuencias complicadas para todos.
Sobre el hecho de retratar las clases sociales
colombianas
Decidí contar una clase social
que no es la mía y que no conozco muy bien, pero la inserté en una clase que
conozco mejor, cuyas situaciones conozco mejor y de pronto fue eso lo que me
permitió tener una base sobre la cual poder trabajar.
Pienso que las clases sociales en
Colombia me interesan porque están presentes todo el tiempo. La relación entre
las diferentes clases, las dificultades que surgen entre ellas, me parece que
son extremadamente violentas, extremadamente marcadas, así que para mí es
difícil no hacer una película que hable de eso de una u otra manera, de forma
más o menos directa. Creo que mi interés radica en el hecho de haber nacido en
una familia de clase alta y el que mi madre se haya quedado sin trabajo durante
mucho tiempo, por lo cual no teníamos dinero pero teníamos que seguir perteneciendo
a esta clase pudiente. Enseguida empecé a sentir como que pertenecía a otra
clase social, lo cual no era realmente cierto. Igual, empezaron a surgir estos
sentimientos y ya mi cortometraje Como
todo el mundo (2007) contaba justamente esa historia, la historia de un
adolescente rico que no tiene tanto dinero como sus amigos, y ahora en Gente de bien, los sentimientos de este
niño pobre en medio de gente con dinero. Algo así me sentía yo cuando era más
joven, aun cuando nunca fui realmente pobre. Para mí la cuestión del dinero y
la familia están mezcladas. Le ha hablado de eso a mi psicoanalista y ella lo
entiende mejor que yo, pero yo todavía no sé por qué pienso así.
Sobre el cine colombiano contemporáneo
El tema del cine colombiano
actualmente es bastante complicado. Estamos en un momento de la industria en
que se hacen 20 o 25 películas al año, lo cual no era el caso hace 10 años, que
se hacían 2 o 5. Y eso es muy bueno. Pero entre estas 20 o 25 películas, hay muy pocas buenas. Y sobre
todo, no hay casi ninguna que el público colombiano quiera ir a ver. Están las
grandes comedias, que son más televisión en pantalla grande, a las que todo el
público asiste. Todas las últimas películas de autor son totalmente ignoradas y
apenas consiguen tener entre 1.000 y 10.000 espectadores. Así las cosas, hay
algo en la industria que tiene que cambiar. En Colombia no estamos
acostumbrados a que el cine sea un medio de representación de nosotros mismos.
La gente va al cine a divertirse. Y pienso que mi película, aunque entretenida,
no es solo eso; es un espejo de la sociedad en la que vivimos y quise que fuera
así, así que espero que cuando la gente vaya a verla, también pueda verla de
esa forma.
Sobre las películas colombinas que lo han
influenciado
Hay unas películas colombianas
que me han marcado mucho y un director que admiro: Víctor Gaviria. Sus tres
películas me interesan mucho, pero especialmente las dos primeras, Rodrigo D. no futuro (1990) y La vendedora de rosas (1998). Pienso que
es un realizador muy importante tanto en la historia del cine de Colombia y
Latinoamérica como en la del cine mundial. Creo que antes de él, no había nadie
que saliera a filmar así en la calle, que tuviera ese interés tan particular. En
él hay dos extremos opuestos: se interesa en el realismo y, al mismo tiempo, en
lo onírico. Sus películas son como cuentos; no se trata de ir a filmar la
realidad tal cual es, sino de sublimarla. Por ejemplo, La vendedora de rosas está inspirada en el cuento La vendedora de cerillas de Andersen. Y pues,
en el documental, está evidentemente Luis Ospina con Agarrando pueblo (1977), que es muy interesante.
Pienso que hay muchas películas
que se hacen hoy sobre los grandes
temas en Colombia. Hablo del cine sobre el conflicto armado, la guerrilla, los
paramilitares. Y creo que los realizadores que hacen esas películas no están
realmente tan interesados en eso que están contando; tan solo parecen tener la
impresión de tener un tema importante y, al final, eso se traduce en la
superficialidad con que hablan de ello. Uno nunca termina con la sensación de
haber conocido a un guerrillero o a un verdadero paramilitar o el conflicto o
lo que es estar secuestrado. Eso requiere un trabajo de inmersión muy profundo
o, tal vez, haber vivido eso de alguna manera. Por eso yo trato de tener parte
en eso que cuento, de conocerlo bien.
Sobre sus expectativas con el público y Gente de bien
Gente de bien estrena en Colombia el 28 de mayo, dos meses después de su estreno en Francia. Desde ya creo que le
irá mucho mejor en Francia que en Colombia, pues no hay tanto público
interesado en películas como esta. Pero no hay público porque éste no ha sido
construido, pues nadie se ha interesado en mostrar otras cosas a los
colombianos; es decir, por iniciativa el público no desea ver películas de este
estilo, no quieren ver películas colombianas que los represente así. Simplemente
no están acostumbrados a hacerlo. Para que esto sea más común, se necesita a
alguien encargado de la formación de públicos y, de hecho, ese alguien solo
puede ser el Estado. Se debería empezar por dar más espacio en las salas al
cine colombiano, obligar a que estas películas permanezcan, al menos, dos
semanas en cartelera. Y hay otros tantos problemas como ese. Yo, por ejemplo, he
tratado de hacer todo un evento en torno a la película, pero no sé con certeza
si va a tener éxito o si va a tener el mismo destino que tantos de mis colegas
y amigos, que apenas lograron 1,000 o 10,000 espectadores con películas que
tuvieron enorme éxito en el extranjero. Por eso es importante que nosotros
sigamos trabajando y que El perro que ladra continué con la labor que ha hecho
para que Colombia sea reconocida en el exterior como un país de cine, como ya
lo son Argentina o México.
Entrevista original en francés:
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