Montañero Cine es una productora formada por jóvenes colombianos en Buenos Aires, egresados de la Fundación Universidad del Cine (FUC). La visibilidad del largometraje Días extraños, que hizo parte de la competencia oficial internacional del último BAFICI, llamó la atención sobre un conjunto de trabajos realizados en un entre-dos[1], palabra compuesta que define bien las energías, polaridades, logros y contradicciones de una filmografía que pone en tensión el esencialismo de la categoría “cine colombiano”. Este ensayo es el primer artículo conjunto que se publica entre-dos blogs: Un corolario casi inevitable y Pajarera del medio.
Por Andrés Jiménez Suárez[2]
Conocí personalmente a Juan Sebastián Quebrada justo después de la primera proyección de su ópera prima Días extraños (2015) en el marco del 17° BAFICI. Esa noche, también tuve la oportunidad de conocer a Jerónimo Atehortúa Arteaga, Carlos Quebrada Vásquez, Simón Vélez, Hans Dieter Fresen y Juan Lugo Quebrada. Todos ellos colombianos, egresados de la Fundación Universidad del Cine (FUC) e integrantes de una productora establecida en Buenos Aires, Montañero Cine, responsable del mencionado largometraje y de los cortos Ella, la noche (Fresen, 2015) y Por ver la luz en tus pupilas, decía mordicante el réprobo (Vélez, 2015), seleccionados en esta misma edición del BAFICI, dentro de la Competencia de Cortometrajes Argentinos y Panorama, respectivamente. A este grupo deben sumarse Federico Atehortúa Arteaga y Mauricio Sarmiento.
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Juan Sebastián Quebrada, Hans Dieter Fresen y Simón Vélez, algunos de los miembros de Montañero Cine |
Como lo indica Sergio Becerra en “Ver y ser vistos: notas introductorias sobre cine, diáspora y geo-estética”, el texto de presentación de los dos números de Cuadernos de Cine Colombiano sobre realizadores colombianos en el exterior y Colombia vista por el cine extranjero (números 18 y 19), publicados por la Cinemateca Distrital, estos jóvenes hacen parte de un flujo cada vez mayor de nuevos creadores que buscan programas de formación cinematográfica fuera del país. Una diáspora que amplia los límites geográficos, políticos, estéticos y poéticos de la historia del cine nacional, “explorando fílmicamente otras latitudes, portadoras, tal vez, de otros estilos”.