jueves, 19 de marzo de 2015

Alias Maria: Los niños de la guerra (FICCI 55)

(Articulo realizado en el marco del IX Taller de Crítica y Periodismo Cinematográfico - Encuentros Cartagena 2015)

Por Andrés Jiménez Suarez

Sería bueno pensar que una película que pone en discusión una vez más el tema de la violencia que ha vivido nuestro país y las condiciones de vida que algunos de los actores armados han debido enfrentar durante más de medio siglo sea la encargada de inaugurar el evento cinematográfico más importante de nuestro país. Y ahora más que nunca, cuando por fin parece posible una etapa de postconflicto surgida de los diálogos de paz entre el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas (FARC) y cuando es necesario un proceso de rigurosa revisión social para iniciar adecuadamente los procesos de reparación y reinserción.


Alias María, coproducción entre Colombia, Argentina y Francia dirigida por José Luis Rugeles, es una película que habla sobre la humanidad en tiempos de guerra. Relata la historia de María, una adolescente miembro de la guerrilla, que debe llevar al hijo recién nacido de su comandante a un lugar seguro, enfrentándose de esta manera a su propio embarazo y las dudas que éste le generan, ya que de no mantenerlo en secreto sería obligada por la organización a abortar.

La maternidad es un motivo que aparece constantemente en la película y se manifiesta como símbolo de la humanidad, que al final es la esencia de esta obra. La maternidad como la condición máxima que podría relacionarse con el cuidado de la vida ante cualquier circunstancia y que aquí se ve personificada incluso por un personaje masculino: Byron, un compañero de María, que conoce tareas tradicionalmente femeninas, como lo es cambiar los pañales de un bebé, y que además se empeña en cuidar e instruir correctamente a Yuldor, un niño de 12 años que no conoce de forma íntegra las tareas del combate.

A diferencia del grupo armado al que pertenecen (una guerrilla) y a las AUC (cuya identidad sí se expresa con total claridad), estos dos personajes parecen creer todavía en la vida y se rehúsan a percibirla como un valor desechable. Además, María y Yuldor, apenas preadolescentes, se caracterizan por ser personajes que han sido forzados por las circunstancias a crecer de forma precipitada mientras observan cómo su infancia se aleja sin darles oportunidad.

Son no-actores los protagonistas de la línea narrativa que guía esta película y el director ha sabido conseguir que este hecho le otorgue a la historia un gran efecto de realismo y crudeza por sus interpretaciones, aunque en ciertas ocasiones de gran carga dramática, no logren estar a la altura.

El film se concentra en seguir una gran travesía en medio de la selva y por ello, desde la dirección de fotografía, predominan extensos planos-secuencia y el aprovechamiento de la luz natural, la cual en algunas escenas adquiere un matiz bastante expresivo al iluminar con gran intensidad los breves momentos en que los instintos maternales de María la obligan a actuar de forma diferente. Asimismo, el diseño sonoro se propone describir con gran detalle la atmósfera que rodea a estos personajes, prestando atención a la más mínima expresión de vida natural, siempre presente aun cuando sea de una manera tan sutil. Byron, Mauricio, Yuldor y María marchan en casi completo silencio, como si se encontraran sumidos en soledad, lo cual hace gran énfasis en la paulatina extinción de su capacidad de relacionarse con los demás.


Pero, a pesar de las virtudes que pueda comprender este acercamiento a la guerra desde los menores que son obligados a formar parte del conflicto, no debe dejar de ser mencionado que en el mapa trazado de éste hacen falta piezas: hay un actor que es apenas esbozado a través de apariciones apenas audibles para los espectadores, que es el ejército nacional y cuya acción en esta película está totalmente ausente; el conflicto pareciera desarrollarse únicamente entre (unos) guerrilleros y paramilitares. Además éstos aparecen siempre como parte de una naturaleza hostil,  totalmente inhumanizados e insensibles frente a la tragedia que es la muerte.

Ha sido un gran gesto el hecho de que una película como esta, que nos permite ver la esperanza en medio del horror, inaugure el FICCI 55 y no nos haga dejar de lado el contexto político y social en el que nos encontramos. Pero tampoco olvidemos que ese tema, del que parece destinado a hablar nuestro cine para siempre, ha sido, es y será mucho más complejo; pero no por eso debemos renunciar a la esperanza de que, en el futuro, este arte pueda dar verdadera cuenta de dicha complejidad. 

Trailer:

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