viernes, 24 de julio de 2015

Carmín tropical: Cine de género (IndieBo2015)

Por Andrés Jiménez Suárez

Las primeras imágenes que aparecen en pantalla son las fotografías de un álbum familiar que se suceden lentamente y en absoluto silencio. Son retratos de la infancia de un niño esbelto con la piel tostada a causa de la exposición constante al sol omnipresente de Juchitán. La imagen del muchacho de cabello oscuro y maneras femeninas, franqueada la pubertad, es reemplazada por la de una muxe (travesti): Daniela. Pero, de forma abrupta, al conjunto de imágenes se suman unas fotografías impersonales que describen escrupulosamente el cuerpo amordazado y maltratado de esta joven, que un pescador encontró a la intemperie en Puerto Alacrán una mañana de noviembre.


Carmín tropical, película mexicana que se está presentando en la sección Encuentros del Festival IndieBo 2015, relata el regreso a casa de Mabel, también una muxe, con el único objetivo de encontrar al responsable del asesinato de su amiga Daniela. En principio, se trata de una película de género, un thriller policíaco en donde el papel del detective es interpretado por este travesti que decide volver a su tierra natal y reencontrarse con su pasado y sus viejos amigos después de largos años de ausencia.

En el istmo de Tehuantepec un tercer género integra la tradición colectiva y hace parte de la organización social: las muxes, hombres que asumen roles femeninos en el ámbito social y sexual, cuyo papel podría ser comparable al de los hijras en la India. Rigoberto Pérezcano, director de este, su segundo largometraje, ha afirmado en distintas oportunidades que su interés en realizar esta película radicaba en explorar la aceptación y la intolerancia que al mismo tiempo viven estos individuos en su comunidad.

Y es justamente la ambigüedad de esta relación lo que resulta interesante en este trabajo. Podría decirse que esta película hace parte de un conjunto de obras contemporáneas latinoamericanas que ponen su atención en personajes cuya identidad sexual se enfrenta violentamente con una normatividad en la que no parecen encontrar ningún lugar. No se trata en absoluto de un filme panfletario ni activista. Carmín tropical explora una dimensión en la que el travestismo no representa un estigma ni una causa de marginación social, aun cuando sí llame la atención sobre los crímenes de odio cometidos contra la comunidad LGBTI.

Aunque las peripecias que atraviesa su protagonista no parecen marcar los grandes nudos de acción que exigiría el género policíaco, el valor de la película radica precisamente en su ritmo reposado y una narración que se preocupa más por descubrir poco a poco a sus personajes que en desarrollarse y concluir cabalmente. Sin embargo, cabe anotar que la narración cuenta con altos puntos de tensión y sorpresa que juegan con el espectador de forma magistral.


En la película se desarrolla una búsqueda de lo cotidiano y de lo anodino, atravesado ocasionalmente por la zozobra del crimen. El sol canicular parece dilatar la investigación y obligar al director a detenerse en las situaciones que se dan puertas adentro, en el interior de sus personajes: las labores de las mujeres en la cocina, compartir algunas cervezas con las amigas de Mabel, que se olvidan a veces que hay algo llamado homofobia; las siestas en las hamacas, y la siempre incierta pero bella ilusión de un nuevo amor. La mirada de Mabel parece ser la de un extranjero, aun cuando su pasado le otorgue algo de familiaridad a su relación con los lugares y el paisaje de su infancia. El público la acompaña en sus recorridos por las habitaciones, las carreteras y los bares que otrora eran escenarios de buenos recuerdos y ahora aparecen transformados por la culpa, la nostalgia y la melancolía causadas por la muerte de Daniela.

Este regreso a casa de Mabel también involucra recordar las canciones y los espectáculos para los que solían contratarla. Volver a llevar los vestidos de lentejuelas y usar la bisutería que antes ratificaban su identidad como mujer, pero que con el tiempo fueron reemplazados por sobrias aunque coloridas prendas. Volver a la música y brindar a través de ella un último homenaje a la memoria de su amiga después de comprender que, a diferencia de como ocurre en las películas, su investigación ha resultado infructuosa y que quizás esta vez deberá marcharse para siempre. Esta es una de las escenas más bellas de la película, la más conmovedora, si se quiere. Una historia que finaliza de manera apabullante, abandonando al espectador con más preguntas que respuestas.


Tráiler de la película:


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